miércoles, marzo 08, 2006

LA VISION (II)

Difícil tarea es enunciar una visión común, pero para hacerlo debemos primero tener un punto de partida generalmente aceptado. Propongo entonces fijar ese punto en el Preámbulo de la Constitución Nacional.

Creo que todos podemos acordar que la definición de metas decididas por los constituyentes -a pesar de que su formulación responde a las circunstancias de su época- formula una visión que nos da un excelente punto de partida. Efectivamente, se nota una conformidad general en cuanto a la constitución de la unión nacional y la consolidación de la paz interior (aún considerando que esas metas estaban fuertemente determinadas por la necesidad de superar la anarquía y luchas civiles reinantes), el afianzamiento de la justicia, la provisión de la defensa común, la promoción del bienestar general y el aseguramiento de los beneficios de la libertad tanto para nosotros como para quienes quisieran habitar nuestro suelo. O dicho de otra manera, un país unido, en paz, que cuente con una justicia justa, en posibilidad de defenderse, donde reine el bienestar general y se viva en libertad.

Sin embargo ¿es esto suficiente para definir una visión en este estadio de la historia?. Creo que no, que es necesario hilar más fino.

La Constitución Nacional establece un marco para esas metas, que sin duda es liberal, democrático y republicano. Estos conceptos, tanto como el de nación, tienen acepciones distintas según la ideología de quien sea el opinante y en los hechos son confundidos por algunos periodistas y profesionales eminentemente teóricos que sólo ven un plano sin entender que la realidad es un poliedro con múltiples caras y que es necesario alejarse un poco para entenderla o que usan planteos teóricos expresados para otra realidad como defensa de los intereses que representan.

Entender el poliedro de nuestra realidad -condición ineludible para fijar la visión común y las metas o políticas de estado, importa conocer lo más acabadamente posible quiénes somos, el mundo en que vivimos, nuestras potencialidades y posibilidades y fundamentalmente también nuestras limitaciones, tanto en lo interno como en nuestra inserción en el mundo, que a la sazón se encuentra en un período sumamente complicado de su historia. Pongamos un ejemplo: ¿es viable una Argentina imperial? Los hechos parecen indicar que no. Carecemos de los recursos necesarios para igualar el potencial de nuestros opositores, de población suficiente y, esencialmente, no parece que la población en general acepte los costos de tal vocación.

Otros ejemplos. ¿Es posible cumplir las metas reseñadas con un país desintegrado territorialmente, económicamente y socialmente?. A quien crea que sí, lo invito a leer el informe para nuestro país del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo correspondiente al año 2.005, que da una certera aproximación a las carencias en materia de educación, salud pública, infraestructura, empleo, gobernabilidad, etc. de nuestras provincias del norte.

En la próxima nota trataré de acercarme un poco más al concepto de visión, para luego intentar definir el sentido de los términos básicos sobre los que elaboraremos la propuesta.

Carlos A. Gemetro
Buenos Aires
República Argentina

Contacto: carlosg1@fibertel.com.ar